En momentos de crisis siempre se suele poner el foco sobre el conjunto de persona que componen lo que podría denominarse como la “clase baja”, es decir, aquellas personas con menos recursos dentro de la sociedad y que, por lo general, encuentran mayores dificultades para acceder a los diferentes ámbitos y espacios de intercambio y relación sociales, así como los beneficios que se puedan obtener de estos, en el sentido de acceder a una sanidad y una educación de calidad, conseguir un trabajo bien pagado, etc. Y cuando se pone el foco suele ser para criminalizar y deteriorar la imagen de este conjunto de personas. En cambio, la “clase media”, sale muy bien parada ya que es el concepto más utilizado por los partidos políticos para resaltar el esfuerzo de la ciudadanía que se encarga de trabajar para levantar este país. La trampa de estos dos conceptos es que obedecen a definiciones totalmente arbitrarias donde cabe cualquier interpretación y aunque se suela definir en términos económicos también utilizamos otros indicadores como el barrio donde vivimos, nuestro trabajo, nuestro nivel educativo, etc. Pero, debido a la cantidad de ideas peyorativas que lleva consigo el concepto de “clase baja” cuando nos preguntan si somos “clase baja” o “clase media” automáticamente nos identificamos con la “clase media”. Lo que no nos ha dicho nadie es la facilidad con la que podemos pasar de ser clase media a baja, ya seamos nosotros o nuestras hijas e hijos, sobre todo cuando de lo único que dependes es de tu propio trabajo para salir adelante.
Los gobiernos en connivencia con los grupos de poder y los medios de comunicación suelen criminalizar a esta clase baja poniendo el foco en determinados colectivos, en especial sobre los inmigrantes y los más pobres, mediante excusas simplistas que sólo buscan mantener el crédito y el apoyo por parte de la clase media. En Estados Unidos, cuando estallo la crisis provocada por los propios bancos, automáticamente se le echó la culpa a los pobres que no pudieron pagar sus casas sin tener en cuenta el fraudulento entramado de ingeniería financiera desarrollado entre los bancos, entidades financieras y agencias de calificación. Ver “Capitalismo: Una historia de Amor” de Michael Moore en https://www.youtube.com/watch?v=pukfxDyjwuo o “Inside Job” de Charles Ferguson en https://vimeo.com/74988154 para tener una idea de qué fue esto de la crisis que explotó en 2008 en USA y sacudió automáticamente a Europa.
En España el guión no fue distinto: con la llegada de la crisis los mayores recortes se dieron contra el estado del bienestar y las clases populares, las clases con menos recursos, y en beneficio de las grandes empresas del Ibex como vemos en el informe de Oxfam ( http://www.oxfamintermon.org/es/sala-de-prensa/nota-de-prensa/empresas-del-ibex35-incrementaron-en-un-44-su-presencia-en-paraisos-fi ) que apunta que estas empresas aumentaron sus ingresos mientras la población en riesgo de exclusión y pobreza ha ido en aumento, mientras se criminalizaba a los colectivos más vulnerables, criminalización que guarda su mayor expresión en la tan denostada Ley Mordaza.
La inmigración, el paro, la pobreza, como otros conceptos son construcciones sociales cuyo origen tiene una explicación social, política y económica, y quienes originan la aparición de estos colectivos (pobres, desempleados, etc.) tratan de crear la duda y la incertidumbre entre la sociedad apelado al discurso ingenuo y partidista, basado en sus propios intereses electorales o ideológicos, para segregar aun más si cabe los estratos sociales, sobre todo los de las clases más bajas, donde la gente que más tiene en común más dividida se encuentra. Pensando en la marcha fascista del otro sábado en Madrid estoy seguro que la gente que apoyaba la manifestación tiene más en común con los inmigrantes que repudian que con quienes les dieron el permiso de realizar la manifestación, en este caso, la delegación del gobierno. Lo mismo ocurre con los disturbios que han tenido lugar estos días en las calles de Barcelona: unos apelan a los violentos y escudan en las fuerzas del orden, otros en quienes defiende los derechos de las personas en contra de las fuerzas represivas del estado y se produce la división entre la ciudadanía y los cuerpos de protección del estado, dos colectivos que tienen mucho más en común que quienes han sido la causa de que estos dos colectivos se enfrenten.
Viendo los últimos movimiento de los partidos vamos a asistir a una campaña electoral donde vamos a ver pocos discursos donde se refleje de manera crítica la situación de España que pueda dar lugar a un debate moderado pero, en cambio, si que veremos como los diferentes partidos se escudan en sus slogans, símbolos y, sobre todo, en la ciudadanía que les va a votar, incidiendo sobre el discurso originado estos últimos años. Es decir, vamos a ver como se reproduce de manera más incipiente el discurso gestado en estos últimos años dirigido a esa definición tan flexible y volátil de la clase media. Salir del espacio donde habita el ruido creado por los medios de comunicación es difícil pero una pregunta que podría ayudarnos a reconocer en que situación nos encontramos – baja o media – y que podría darnos pistas sobre que partido defendería mejor nuestros intereses sería la siguiente: si perdiera – yo, o alguno de mis conciudadanos - mi trabajo y mis ahorros – algo muy común en estos últimos años entre la población española -, ¿qué partido velaría por defender mi derecho de vivir de manera digna? Por que si hay algo que nos une como ciudadanos es el derecho inherente como seres humanos de llevar una vida digna.
Manuel Ángel González
@capitanparidas
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